En muchas ocasiones nos habremos
(o nos habrán) planteado sobre el porqué de las cosas. Desde pequeños lo
hacemos, agobiando a nuestros padres y familiares con millones de preguntas, a
las cuales no siempre les acompaña una respuesta satisfactoria. Es desde la
infancia cuando empezamos a ser científicos y, si lo pensamos, esa es la manera
que tenemos de relacionarnos con el mundo, intentar entender qué pasa fuera de
nosotros, intentar hacer Ciencia, pues bien, es ahí donde empieza la
importancia de la Ciencia. La Ciencia es importante porque está en nuestro ADN,
es un aspecto del ser humano inherente a él pero…¿realmente está presente en
todos los seres humanos esa concepción científica de las cosas? La respuesta es
sí, aun cuando en muchas (realmente muchísimas) ocasiones mientras uno va
paseando por la calle o está viendo la televisión piensa si realmente esas
personas que ve saben si quiera de la existencia de la Ciencia, la respuesta es
sí.
¿Por qué entonces la gente se
olvida de la Ciencia? Bueno, pues por la sencilla razón de que anulamos, en
muchas ocasiones, la capacidad científica de los niños, asfixiamos su interés
por las cosas, y claro, éstos dejan de lado la curiosidad. Por lo tanto, la
Ciencia es importante para no abandonar a una parte de nosotros que está desde
que nacemos en nuestro interior.
Si nos adentramos dentro de las
respuestas más socorridas para responder a la pregunta que nos estamos
planteando, siempre nos vendrá a la cabeza eso de “la Ciencia es importante
porque mejora nuestra calidad de vida”. No os voy a hablar aquí de los logros
de la física, la química, la biología o la geología, los cuales nos han
permitido llegar al siglo XXI más bien que mal, más bien me gustaría hablaros
de lo que le falta a la Ciencia por hacer. En una sociedad como la actual,
donde el consumo de bienes se ha disparado, es de suma importancia encontrar
alternativas al modo de vida desarrollada por el 10 % de la población mundial,
el cual posee el 90 % de los recursos, debemos ser, por tanto, más sostenibles
y para ello la Ciencia tiene los medios necesarios.
La actividad humana, desde que el
ser humano existe, es contaminante y en esto no hay discusión. No obstante no
se puede mirar con los ojos del presente a los hechos del pasado. Cuando oigo a
alguien decir que la vida era mejor cuando vivíamos en aldeas aislados,
viviendo de la naturaleza e ignorando cualquier avance tecnológico no puedo
evitar que un pequeño escalofrío se apodere de mí. Bajo mi punto de vista el
reto sustancial al que el ser humano debe enfrentarse, no es el de frenar el
avance y el desarrollo por pensar que es perjudicial y dañino, sino el de
utilizar el avance y el progreso para que su actividad sea más sostenible. A
modo de ejemplo podemos tratar el problema de los combustibles fósiles. Durante
la Revolución Industrial, se tenía como fuente de energía el carbón y
posteriormente el petróleo, el cual se convirtió en el más utilizado sin lugar
a dudas. La actividad humana desde el comienzo del uso del petróleo empezó a
dispararse, aumentando la producción comercial a todos los niveles, lo que
trajo consigo condiciones favorables para un aumento demográfico y del
desarrollo. Durante esos años, no se conocían los perjuicios que el uso del petróleo
podía causar sobre el planeta. No obstante, no hace tan pocos años, empezamos a
darnos cuenta de que había que decir adiós a este amigo que empezaba a ser
problemático y utilizar a la Ciencia para buscarle un sustituto. Pues bien, se
consiguió, se empezaron a desarrollar lo que hoy denominamos energías
renovables.
Las energías renovables están
basadas en un concepto anterior al uso del petróleo. Dicho concepto es el
consumir energía de tal manera que el proceso sea cíclico en cuanto a la
obtención de energía y la capacidad de renovarse la fuente de energía. Así,
nació la capacidad para utilizar energía de fuentes renovables como la eólica,
solar, maremotriz, etc…
Bien, si la Ciencia ya ha
desarrollado métodos para sustituir al tan dañino petróleo, ¿por qué no están a
la orden del día en nuestras casas? Este es un problema bastante complejo bajo
mi punto de vista. En primer lugar, no sólo hay que encontrar una vía
sustitutiva del petróleo, si no que ésta debe ser viable económicamente,
vivimos en un mundo gobernado por intereses económicos y al fin y al cabo, son
éstos los que mandan, no los avances de la Ciencia.
Por otro lado, para que la vía
sustitutiva se pueda implementar, hay que demostrar que es viable, es decir,
que satisfará nuestras necesidades de una manera similar (o mejor) a la que ya
está implantada.
En este sentido, no podemos
afirmar que exista ninguna fuente de energía renovable que cumpla con los
requisitos para desbancar al petróleo de su trono, no obstante, si se utilizan
todas en conjunto y de una manera eficiente, lo cual ya está proceso, podemos
llegar a solventar el actual problema de contaminación ambiental derivada de
las acciones humanas basadas en el uso del petróleo.
Esto es un ejemplo de que la
Ciencia puede resolver los problemas que se nos plantean, pues para eso está.
Así mismo, también es un ejemplo de que no solo es la Ciencia la que debe
solventar dichos problemas, los intereses económicos y políticos generalmente
son el mayor freno al avance y las mejoras científicas (y a la vez su motor...qué cosas), lo cual no podemos
olvidar. Luego, lo realmente necesario y por lo que nos debemos preocupar es por
la intención de la sociedad para utilizar la Ciencia de tal modo que realmente
refleje su capacidad para mejorar nuestra calidad de vida.
El mismo planteamiento se puede
aplicar a lo que la Ciencia ha hecho por mejorar la salud, las comunicaciones,
el descubrimiento y uso de nuevos materiales, las mejoras en la alimentación…en
definitiva, por todo, así que, ¿por qué no adentrarse en esto de la Ciencia y
descubrir por uno mismo que realmente es importante?
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